Metabólicas / Obesidad
Última actualización: 10/08/2017
Abordar las conductas problemáticas con respecto a la comida o a la televisión podría ayudar a evitar el exceso de peso, sugieren unos investigadores. Los adolescentes con un trastorno del espectro autista (TEA) podrían ser más propensos a ser obesos y a permanecer obesos a lo largo de la adolescencia que los demás adolescentes, sugiere un estudio reciente. Los investigadores indicaron que la obesidad en la niñez podría tener consecuencias para la salud a largo plazo en las personas con un TEA. Afirmaron que se necesitan más estudios para comprender los cambios relacionados con la edad que podrían ayudar a evitar y a tratar la obesidad entre los adolescentes con el trastorno. "Los niños con discapacidades del desarrollo se enfrentan a dificultades únicas y las intervenciones sanitarias dirigidas a los que no tienen trastornos, como el TEA, no siempre les ayudan", dijo Aviva Must, la autora del estudio, catedrática de salud pública y medicina comunitaria en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts, en Boston. "La complejidad de sus necesidades médicas es tanto la razón por la que se debería prestar una atención particular a sus circunstancias como la razón por la que es difícil hacerlo", dijo Must en un comunicado de prensa de la universidad. El estudio contó con casi 44,000 personas de entre 10 y 17 años. Los niños y los adolescentes habían participado en la Encuesta Nacional de Salud Infantil de 2011-2012. Esta encuesta incluyó información sobre el peso, la estatura, el sexo, la raza, el estatus socioeconómico y si alguien tenía un TEA o no. La obesidad era más habitual entre los niños y adolescentes con un trastorno del espectro autista. Los investigadores hallaron que el 23 por ciento de los que tenían el trastorno eran obesos, frente al 14 por ciento de lo que no. La tasa de obesidad entre las personas jóvenes que no tenían un trastorno del espectro autista se redujo en un 50 por ciento entre los 10 y los 17 años de edad. Pero las tasas de obesidad entre las personas con un TEA no cambiaron durante esos años, mostró el estudio. La obesidad también fue más común entre los chicos con un TEA que entre las chicas, indicaron los investigadores. "Anticipábamos ver un aumento de la prevalencia de la obesidad con la edad en niños con un TEA en comparación con los que no tenían un TEA, lo que aumentaría la disparidad con respecto a la obesidad", dijo Must. "Lo que encontramos fue que la disparidad aumentó con la edad a lo largo de la adolescencia, pero los patrones subyacentes no fueron los anticipados. La prevalencia de la obesidad en el grupo con un TEA fue alta y se mantuvo así, mientras que la prevalencia en los niños sin un TEA se redujo a lo largo de la adolescencia", Must dijo. Las personas jóvenes con un trastorno del espectro autista tienden a tener conductas rígidas, basadas en la rutina y la ausencia de cambios. También pueden tener una sensibilidad sensorial. El consumo de comida para aliviar estas conductas o para reducir el estrés durante ciertas situaciones podría jugar un papel en las altas tasas de obesidad entre estos niños, explicaron los autores del estudio. Las personas jóvenes con un TEA también podrían ser menos activas, lo que aumenta su riesgo de aumento de peso, indicaron los investigadores. "Con respecto al gasto de energía, el ejercicio para muchos adolescentes viene en la forma de deportes de competencia, en los que los niños con discapacidades del desarrollo tienen menos probabilidades de participar", dijo la autora principal del estudio, Linda Bandini, profesora asociada del Centro Shriver de la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts y del departamento de ciencias de la salud de la Universidad de Boston. "Y otra técnica de recompensa y calmante que los padres de niños con un TEA han reportado que usan es la televisión, lo que podría contribuir a unos niveles más altos de conducta sedentaria", añadió.
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